Sin duda la UBA es un ícono de la educación pública. Para muchos también es un sinónimo de excelencia académica y como tal sus egresados son tenidos en alta estima. Si uno intenta analizar a que se debe esta percepción se encontrará con algunos hechos como:
- La UBA es una de las casas de altos estudios más antiguas del país
- Es la institución educativa más grande del pais (tanto en cantidad de alumnos como en presupuesto)
- Una interesante porción de la investigación científica que se produce en el pais, se hace en la UBA
- Varias personalidades destacadas de nuestro pais, incluyendo varios ganadores del Premio Nobel, estudiaron en la UBA
Más allá de estos hechos hay algunas percepciones que existen en el imaginario de la sociedad, pero que a mi entender pueden resultar subjetivas y como no tengo datos para sustentarlas, prefiero omitirlas.
Personalmente no estoy seguro que la UBA sea un modelo institucional a seguir. Creo que un aspecto de la UBA es su masividad: ¿que tan buena puede ser una clase para 120 alumnos cuando algunos de ellos deben sentarse en el piso? Alguien podrá pensar que en realidad es necesario más presupuesto para hacer aulas más grandes, pero si tuvieramos más presupuesto, ¿no sería mejor invertirlo en investigación? No lo sé, creo que el debate puede ser bastante largo.
Mi visión es que la UBA se destaca por el desempeño de sus graduados.
No es que sus graduados sean genios (tal vez haya algunos genios, pero la gran mayoría no lo somos).
Tampoco es que sus graduados tengan más conocimientos (tal vez en algunos casos si, pero no creo que sea una generalización válida). Estudiar en la UBA no es fácil, pero no porque sea muy exigente, sino porque es hostíl: cursos repletos, insfraestructura inadecuada o insuficiente y burocracia infinita son algunos de los factores detacados.
Recibirse en la UBA requiere de perseverancia, de no bajar los brazos, de no darse por vencido, de arreglarselas con lo que hay. Claro, después de un par de años «viviendo» en estas condiciones, uno renuncia o se recibe, en otras palabras: «lo que no me mata me fortalece».
Es así que muchos ingresan a la UBA, pocos son los que egresan, pero esos pocos son perseverantes, una cualidad muy importante para abrirse camino en la vida.