Aula espaciosa, luminosa, con ventanas que pueden abrirse. Mesas altas y bancos que pueden acomodarse a gusto. Pizarra blanca con marcadores de 4 colores en perfecto estado y borrador. Sin aire acondicionado pero con ventilador. Proyector modelo 2019 con entrada HDMI y muy buena definición. Conexión WIFI de buena velocidad y bastante estable. Y posiblemente lo más importante: 11 alumnos y dos docentes nombrados (y algunos otros colaboradores informales/sin nombramiento).
No todo es perfecto, por supuesto: paredes con pintadas y con manchas de humedad, un edificio que literalmente se está cayendo a pedazos, un sueldo demasiado discreto (para los que tenemos sueldo) y una burocracia infinita e ineficiente.
Así es la situación de contexto para las clases de MeMo2 que estoy dando este cuatrimestre los lunes por la mañana (8:00 am) en la Facultad de Ingeniería de UBA. Si, la UBA, esa institución tan grande, tan politizada y con espacios tan distintos. A mi mismo me cuesta creerlo y el único cambio que hicimos fue el horario. Esto me hace pensar muy seriamente el mantener este horario matutino de forma permanente.