El clima político que se ha vivido en Argentina desde el comienzo de las campañas electorales me llevo reflexionar sobre las posibles relaciones entre Agilismo y los tan mencionados modelos económicos que tanto han sido nombrados en estos últimos tiempos. Antes de adentrarme más en el tema quiero aclarar que no soy experto en estos temas, sino un simple ciudadano de a pie, cuyas ideas pueden implicar razonamientos erróneos. Hecha la advertencia, avanzo.
Dentro de lo que ha dado en llamarse «Agile» o «Agilismo» hay a mi entender dos corrientes que yo personalmente denomino «los tradicionalistas» y «los innovadores».
Los tradicionalistas son lo que ven los métodos ágiles como literalmente los describe el manifiesto: «…formas mejores de desarrollar software…» y por consiguiente lo aplica puntual y concretamente al desarrollo de software.
Los innovadores son los que tienen una conexión más profunda con el Agilismo y lo aplican en diversos contextos de su vida, excediendo por mucho el desarrollo de software e incluso el ámbito laboral. Yo personalmente me considero tradicionalista pero tengo varios amigos y colegas que sin duda se ubicarían en el grupo de los innovadores.
Para los tradicionalista me parece que no hay conexión entre agile y los modelos económicos.

Pero en el caso de los innovadores sospecho que puede llegar a haber cierta conexión. Los innovadores «van con agile a todos lados» y eso hace que agile se filtre indefectiblemente en la discusión de modelos económicos. Y cuando hablo de modelos económicos no me refiero necesariamente a cuestiones de macroeconomía sino también a cuestiones más del día a día como la forma en que nos organizamos dentro de una organización. Un dato en este sentido: en el meetup de Agiles Argentina suele hablarse con bastante frecuencia de organizaciones horizontales. En contraposición a eso, mientras escribo estas líneas me viene a la memoria una conversación con un colega que me cuenta que está trabajando en un corporación internacional y que están implementado SAFe lo cual me hace pensar que estoy escribiendo boludeces (perdón el término, puede que no suene elegante pero es muy gráfico).
En fin, me cuesta articular argumentos, tal vez porque soy un tradicionalista. Voy a cortar aquí y voy a intentar validar algunas ideas con colegas innovadores a ver opinan.
Continuará….
No me parece una buena clasificación la de «tradicionalistas» e «innovadores», menos en Agile que es un término que tuvo tanto éxito que quiere decir cualquier cosa.
El manifesto hace foco en el desarrollo de software porque es lo que esta gente hacía, pero requiere cambios en los que pedían esos desarrollos. Creo que hay algo más grande que el «agilismo» en lo que este se basó.
Sin ir más lejos, Deming con «Out of the crisis» propone varias cosas que van en la misma línea cultural que el manifesto, también la propuesta de Toyota y el movimiento Lean.
Creo que Agile es una representación pequeña de algo más grande y que va más allá del desarrollo de software, y no al revés.
Por ejemplo, en el libro «Accelerate: The Science of Lean Software and DevOps: Building and Scaling High Performing Technology Organizations», se mencionan las prácticas ágiles, pero también otras prácticas y concluyen que la cultura buena organizacional ayuda a las prácticas ágiles y estás últimas a su vez mejoran la cultura.
Gracias Andrés por tu aporte. Me parece muy válido. Más allá de los términos y las definiciones lo que quise expresar con los términos «tradicionalista» e «innovadores» es simplemente que hay gente que ve y usa los métodos ágiles y su conjunto de valores solo para lo que tiene que ver con desarrollo de software mientras que hay otras personas que llevan esos valores y técnicas a otros ámbitos de su vida. No no estoy hablando los valores de Agile, sino sobre como las gente toma esos valores y donde los aplica. Saludos!