Sobre el ascenso y la caída de Agile, una opinión más

Me acerqué a agile allá por 2003. A diferencia de mucha otra gente, no me acerqué via Scrum sino via XP. Comencé a aplicarlo en proyectos hacia 2005. Pero no fue hasta 2008 que empecé a ver crecer el movimiento más allá de mi entorno. Conferencias, Meet-ups, Cursos, Certificaciones y oportunidades laborales.

Eso llamado «Agile» parecía funcionar, generaba interés, gente y empresas con ganas de «comprar». Una demanda creciente, una oportunidad de negocio. Un negocio. Y la demanda de agile no paraba de crecer. Y creció en diversas dimensiones. Por un lado agile traspasó las áreas de IT (donde inicialmente había surgido) y por otro lado gente de otras disciplinas se metió en IT. Agile coaches y Scrum Masters eran demandados por todos lados. Con esa demanda también florecieron aquellos vendiendo formación de Agile coaches y Scrum Masters. Alguno estuvieron mucho más preocupados por la venta que por la formación. Y Agile coaches y Scrum Master comenzaron a aparecer por todos lados. El agile industrial complex (Martin Fowler dixit)en su máxima expresión. Un fenómeno del cual fui (¿soy?) parte.

En un momento la torta comenzó a escasear, la tortilla se dió vuelta. Agile comenzó a perder credibilidad, a ser «mala palabra» para algunos y «puro cuento» para otros. Y los puestos de Agile Coaches y Scrum Master quedaron el ojo de la tormenta. Alguien le llamó «la crisis de la agilidad».

No sé en qué va a terminar esto, solo puedo decir que de los 3 equipos con los que trabajé en lo que va del año, el que mejor desempeño tiene es precisamente el que no tiene una persona exclusiva en el rol de scrum-master/coach 🤷‍♂️

FIUBA: un graduado aportando valor a la sociedad

Hace unas semanas completó su trabajo final de carrera, el ahora Licenciado en Sistemas, Joaquin Casal. Tuve el honor de ser tu tutor a lo largo del desarrollo de su trabajo. Conozco a Joaquín desde hace varios años, fue alumno de MeMo2 y luego de completar la materia se sumó al equipo docente.

El objetivo del trabajo de Joaquín fue desarrollar una aplicación para la fundación Hemocentro. El trabajo fue un desarrollo punta a punta en el sentido de que incluyó desde el análisis hasta la construcción y puesta en producción.

En lo personal estoy muy conforme contento y conforme con el trabajo realizado por Joaquín, ha sido un honor poder colaborar con él. La aplicación desarrollada quedó funcionando operativamente, resolviendo un problema de una organización concreta y ejecutándose en la plataforma Azure.

Para quienes que quieran darle una mirada todo el proyecto está disponible bajo licencia de código abierto en Github.

El trabajo final de carrera suele ser un desafío para los alumnos. De hecho resulta curioso que muchas veces el desafío pasa más por encontrar el tema más que por llevarlo adelante. En ocasiones los alumnos terminan haciendo un desarrollo, que al igual que suele ocurrir con cualquier TP, sirve para aprobar pero luego no tiene ningún uso ni impacto, no agrega valor a nadie. Es por ello quiero que destacar el trabajo realizado por Joaquín porque más allá de haberse recibido, implementó una solución que agregar valor a una organización de la sociedad civil. ¡Felicitaciones Joaco!

Cierro con algunos números del trabajo:

  • Horas trabajadas: 260
  • Duración calendario: 8 meses
  • Cantidad de iteraciones/semanas: 33
  • Cantidad de historias de usuario resueltas: 86
  • Cantidad de tests automatizados: 422
  • Cobertura: 90%

Foto realizada al final de la presentación del trabajo: Joaquín, yo y las usuarias (Natalia y Paula).